David Sicard Sotaquirá

Hace unos años, en el 2010, estuve en un retiro de jóvenes cristianos de la biblia dice Colombia en el que conocí especialmente a una niña muy agradable en todo sentido. Comenzamos a hablar normal, ella era muy divertida conmigo, se reía de mis pallasadas jeje, hablábamos con confianza de temas de la vida. etc. Entonces nos hicimos buenos amigos y hablábamos por teléfono todas las semanas, ella contándome sus historias sobre su vida, su colegio, su familia, entre otras cosas; y yo contádole las mías.  Pasados seis meses, comenzando navidad, yo empecé a enamorarme de ella por su rostro porque ella tenía y tiene una gran sonriza, un ojos muy lindos, cabello hermoso y como tal su forma de vestirse, todo jeje, y más que todo por su forma de ser, que es lo más importante. Y hubo una vez que la invité a mi casa y estuvimos en un tiempo de compañerismo y obviamente gracias a Dios no hubo nada de raro y muchos saben a qué me refiero jajaja ;) porque obviamente en una casa solos hay muchas

Toda mi vida, he sido de un hogar cristiano. Nací en ese hogar como un rey en el seno de una familia sana, agradable y en todo sentido de maravilla. Sin embargo, a los 3 años, me detectaron rasgos autistas que se asocian con la discapacidad de socializar con las demás personas.  Aquella situación disgustó a mis padres, los cuales oraron y entregaron en manos del Señor mi vida. Durante toda mi infancia, viví momentos difíciles a nivel social y emocional. Resulta que yo estaba metido en mi mundo, encerrado en mis locuras y apartado de los niños. No me gustaba integrarme ni jugar con nadie, sino que todo era conmigo mismo. Tenía un caracter complicado, no era empático ni me interesaba aprender mas materias a parte de la música que era lo que me apasionaba y facilitaba. Era hasta tal punto de que parecía un chico con "problemas de aprendizaje" para los demás. Era rechazado por muchos de mis compañeros del colegio y era coloquialmente tratado como un "chico especial"